Comienza un nuevo año en el colegio secundario Summa, los antiguos y nuevos alumnos ingresan al colegio. A los viejos alumnos les sorprendió ver que la profesora de lengua y literatura estaba de licencia por maternidad, cuando el año anterior también había tenido una hermosa beba. ¿Tan joven y con dos hijos? Parece que sí.
Pasó en año, era ya septiembre; los alumnos se acostumbraron, se habían hecho sus propios grupos y habían deliberado que no hay nadie normal en esa institución. Recién a esta altura del año los nuevos alumnos pudieron conocer la simpatía de la profesora Natalia; pero no pudieron encariñarse mucho, ya que la profesora, a los dos meses, tuvo que volver a faltar porque el nuevo embarazo le había traído inconvenientes.
A los dos días, cuando volvió al colegio, les comentó que iba a tener mellizos, con un aire particular. Su simpática locura ya no era la misma, tenía las pupilas agrandadas, el pelo despeinado y unas particulares ojeras.
Al otro día, no había nadie en la escuela, sólo los alumnos de cuarto año quienes comenzaron a molestarla, como solían hacer, su paciencia no duro mucho que los hecho a todos afuera del aula, arrancó la baranda del balcón del primer piso y comenzó a pegarles hasta dejarlos sangrando en el piso. Cuando el rector fue a ver qué pasaba lo tiro por el hueco que dejaba la baranda arrancada.
Una vez estando sola en el colegio su cara de ángel se volvió a iluminar, sacó el auto y fue a buscar a su marido para ir al obstetra.
FLo.
Pasó en año, era ya septiembre; los alumnos se acostumbraron, se habían hecho sus propios grupos y habían deliberado que no hay nadie normal en esa institución. Recién a esta altura del año los nuevos alumnos pudieron conocer la simpatía de la profesora Natalia; pero no pudieron encariñarse mucho, ya que la profesora, a los dos meses, tuvo que volver a faltar porque el nuevo embarazo le había traído inconvenientes.
A los dos días, cuando volvió al colegio, les comentó que iba a tener mellizos, con un aire particular. Su simpática locura ya no era la misma, tenía las pupilas agrandadas, el pelo despeinado y unas particulares ojeras.
Al otro día, no había nadie en la escuela, sólo los alumnos de cuarto año quienes comenzaron a molestarla, como solían hacer, su paciencia no duro mucho que los hecho a todos afuera del aula, arrancó la baranda del balcón del primer piso y comenzó a pegarles hasta dejarlos sangrando en el piso. Cuando el rector fue a ver qué pasaba lo tiro por el hueco que dejaba la baranda arrancada.
Una vez estando sola en el colegio su cara de ángel se volvió a iluminar, sacó el auto y fue a buscar a su marido para ir al obstetra.
FLo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario